El inicio del verano en el hemisferio norte ha estado marcado por condiciones meteorológicas extremas, como temperaturas que superan los récords registrados, olas de calor, sequías y precipitaciones con consecuencias catastróficas. Esto ha afectado considerablemente a la salud de las personas, la agricultura, los ecosistemas y las infraestructuras, y ha provocado incendios forestales devastadores.
El Japón ha sufrido una intensa ola de calor. La red de observación nacional dispuesta por el Servicio Meteorológico del Japón (JMA) registró en 200 de un total de 925 estaciones temperaturas máximas que superaban los 35 ºC durante el 15 de julio. El 19 de ese mismo mes, el JMA emitió un aviso por altas temperaturas durante el 24 y el 2 de agosto. El 23 de julio se registraron en Kumagaya 41,1 ºC, un nuevo récord de temperatura diaria, y en Ome 40,8 ºC, según el JMA. Ambas ciudades están próximas a Tokio. Estos episodios peligrosos de altas temperaturas y humedad se produjeron mientras el Japón trataba de recuperarse de las peores inundaciones y deslizamientos de tierra en décadas.
La
Administración Meteorológica de Corea emitió un aviso importante para varios días, alertando de temperaturas máximas de más de 35 ºC, ya que algunas temperaturas diarias registradas superaron las cifras récord.
El 5 de julio se registró una temperatura máxima de 51,3 ºC en Ouargla, situada en la parte argelina del desierto del Sáhara. Es probable que sea la temperatura fiable más alta jamás registrada en Argelia. Según el Archivo de Fenómenos Meteorológicos y Climáticos Extremos de la OMM, Kebili (Túnez) figura actualmente como el lugar de África que ha alcanzado la temperatura más alta (55 ºC), registrada en julio de 1931. El 28 de junio se registró durante 24 horas una temperatura mínima de 42,6 ºC en Qurayyat, al sur de Mascate, en la costa de Omán, esto es, la temperatura más fría durante la noche no estuvo por debajo de esa. Aunque la temperatura “baja” más alta no se incluye actualmente como una categoría en el Archivo de Fenómenos Meteorológicos y Climáticos Extremos de la OMM, se cree que es la temperatura más alta en este caso registrada por un termómetro.
Entre el 3 y el 10 de julio varias zonas del Norte de África sufrieron una ola de calor y en Marruecos se registró una temperatura récord de 43,4 ºC en Bouarfa. También se esperan altas temperaturas para la semana del 23 de julio.
El 8 de julio la estación meteorológica de Furnace Creek registró una temperatura de 52 ºC en el parque nacional del Valle de la Muerte de California (Estados Unidos). La estación mantiene el récord de la temperatura más alta registrada en la Tierra, con 56,7 ºC registrados el 10 de julio de 1913.
Otras zonas de California también se vieron afectadas por un calor extremo. En el centro de Los Ángeles se registraron temperaturas mínimas de 26,1 ºC durante la noche el 7 de julio, mientras que en Chino, cerca de Los Ángeles, se alcanzó la temperatura récord de 48,9 ºC. En el aeropuerto de Burbank también se superó el récord de los 45 ºC que se registraron en 1971 con los 45,6 ºC del 6 de julio, y el Aeropuerto de Van Nuys alcanzó una temperatura máxima de 47,2 ºC, según el Servicio Meteorológico Nacional de los Estados Unidos.
En junio de 2018 las temperaturas fueron extremadamente altas en gran parte del norte de Siberia, y siguieron esa tendencia durante la primera semana de julio. El Centro Hidrometeorológico de Rusia del este de Siberia emitió un aviso de temporal debido a que se registraron temperaturas de más de 30 ºC durante más de cinco día.
Los episodios de precipitaciones y calor extremos están aumentando como consecuencia del cambio climático. Aunque no se pueden atribuir los fenómenos extremos individuales de junio y julio al cambio climático, son compatibles con la tendencia general a largo plazo debida al aumento de la concentración de los gases de efecto invernadero.
Numerosos estudios recientes han concluido que la probabilidad de que se produzcan fenómenos extremos está influenciada por la actividad humana, tanto directa como indirectamente. De entre una serie de 131 estudios publicados entre 2011 y 2016 en el Bulletin of the American Meteorological Society, el 65 % muestra que dicha probabilidad se ve considerablemente afectada por las actividades antropógenas. En lo relativo a temperaturas altas extremas, la probabilidad de que sucedan se multiplicó por diez o más veces.
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