Temblores de moderada magnitud, podría en estos sitios, provocar la destrucción de muchos edificios.
Hay muchas ciudades amenazadas por terremotos en el mundo en desarrollo.
Las poblaciones pobres, han aumentado con mucha rapidez y la capacidad para albergarlas es limitada e insegura. Esto es totalmente contraproducente ante desastres de gran magnitud que podría, en algunos casos, superar la devastación provocada por los recientes sismos en Haití y Chile.
Sismólogos de todo el mundo llevan décadas estudiando terremotos de gran magnitud y afirman que la población urbana del planeta, cada vez mayor, se cree que aumente otros 2000 millones de personas antes de 2050 y que necesite 1000 millones de hogares, se enfrenta a un arma de destrucción masiva no reconocida; “las casas”.
Esto es tan así, que sin un esfuerzo a gran escala por cambiar las costumbres de construcción y educar a la gente, sobre formas simples de reforzar las estructuras, es casi seguro que la tragedia de Haití se vea superada cuando un sismo importante afecte a ciudades como Karachi (Pakistán), Katmandú (Nepal), Lima (Perú), etc. O alguna de las muchísimas ciudades pobres que se enfrentarán inevitablemente a terremotos importantes.
Solo en Teherán, la capital de Irán, se han calculado que más de un millón de personas podría morir en un terremoto similar al de Haití.
También en Estambul (Turquía), se prevé una situación en el cual un terremoto podría matar a más de 40000 personas y dejar daños incalculables.
Empresas constructoras que trabajan en estas regiones han reconocido haber empleado materiales de mala calidad y malas prácticas durante el auge de la construcción urbana.
En los años sesenta, la arena marina salada y la chatarra de hierro eran utilizados habitualmente en la construcción de edificios de hormigón reforzados. Bajo estas condiciones si se produce un terremoto ni el ejército será capaz de abrirse camino.
La mejor opción, teniendo en cuenta la escala del problema, seguramente sea que el avance económico se produzca con la rapidez suficiente para que los propietarios de los edificios puedan sustituir las casas peor construidas antes que la tierra tiemble.
El esfuerzo por preparase tiene que venir desde lo mas alto, con normas de construcción mas estrictas, seguros obligatorios contra terremotos y prestamos de bancos de desarrollo internacionales para apuntalar o renovar las escuelas vulnerables y los edificios públicos.
Pero también debe llegar desde abajo, distintos grupos sin fines de lucro, teniendo en cuenta las limitaciones de los distritos más pobres, formar a decenas de equipos de voluntarios y equiparlos con radios, herramientas y material de primeros auxilios, para que puedan acudir en ayuda cuando sus vecindarios sufran las sacudidas.
Realizar modificaciones tan simples como cambiar las puertas de las aulas para que abran hacia fuera, facilitaría las evacuaciones.
Esto puede contribuir en atenuar las consecuencias de terremotos en innumerables ciudades pobres, las mejoras por poco que parezcan puede ayudar para que la catástrofe no cobre incontables victimas.
Tenemos que aprender a vivir con este riesgo y los niños es especial, tienen que saber lo que deben hacer.
